REFLEXIÓN DE ABRIL

LA BONDAD, IMPRESCINDIBLE PARA AGRADAR A DIOS

Por lo general, a los seres humanos no nos cuesta ser bondadosos con las personas que más queremos, como nuestros familiares.
Ahora bien, la bondad es en esencia una cualidad divina y, como dijo Jesús, nuestro Padre  celestial no solo es bueno con quienes lo aman, sino también “con los ingratos”.

De hecho, Jesús instó a sus discípulos a imitar el ejemplo perfecto de Dios cuando los animó a “ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.
Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrá en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.
Como hemos sido creados a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de ser bondadosos. Eso significa que podemos imitarlo y mostrar bondad más allá de nuestro círculo familiar.

¿De veras se puede ser bueno con los demás, incluso con desconocidos, en un mundo tan cruel y desagradecido?
Ten presente que en los últimos días sobrevendrán momentos difíciles; los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de Dios, que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentían su eficacia.
Y aunque todos los días tratamos con gente así, eso no justifica que hagamos lo mismo.
Más bien, los cristianos seguimos este consejo; “No devuelvan mal por mal a nadie”; en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos, dejad lugar a la Cólera, pues dice la Escritura: Mia es la venganza: yo daré el pago merecido, dice el Señor. Antes al contrario: si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal, antes bien, vende al mal con el bien.








                    Antonio Armario Muñoz

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